La mano

Debía tener unos dedos especiales, quizás su roce era mágico, no tanto como los del rey Midas que lo convertían todo en oro, pero sí algo parecido pues se decía que aquella mano estaba ligada a la fortuna de mi familia. En realidad, nunca la habíamos visto, así que podíamos fantasear: puede que fuera una mano blanca y fría de mármol o quizás fuese una mano suave de marfil pues nunca quedó claro si era una verdadera mano o una escultura. También podía ser de madera cálida o, para terror nuestro, un simple manojo de huesos.

Sabíamos dónde estaba guardada, en una caja de taracea en un cajón bajo llave. La caja la habíamos visto alguna vez, pero jamás se nos había permitido abrirla, lo cual sólo hacía que aumentara nuestra curiosidad.

Pese a las numerosas reformas que sufría nuestra mansión: construcción de piscina cubierta, cambios en la distribución y el mobiliario, ampliaciones, etc., la cajita con la mano era lo único que permanecía inmutable con su enigma dentro.

Un día, mi hermano y yo no pudimos resistir la curiosidad que nos carcomía durante años y nuestro espíritu adolescente nos invitó a la travesura. Entramos en el despacho, forzamos el cajón, cogimos la caja y la abrimos. Dentro, efectivamente, había una mano de color marrón muy oscuro, apergaminada, parecía la mano de una momia y estaba cortada a la altura de la muñeca.

– ¡No eres capaz de cogerla! – susurró, retándome mi hermano.

Acepté el reto y la cogí con cuidado por el extremo cortado. A continuación, a modo de broma, deslicé suavemente los oscuros dedos sobre la mano de mi hermano rozándolo.

Soltó un grito y cayó al suelo, empezó a retorcerse como si un dolor tremendo le atravesara el cuerpo, su mano derecha quedó en alto, rígida, mientras sus dedos se iban secando y oscureciendo como negros pergaminos. Al mismo tiempo, la mano que yo sostenía empezó a deshacerse hasta convertirse en polvo.

Cuando vi a mi hermano muerto, con el brazo extendido, supe exactamente lo que tenía que hacer, busqué un cuchillo bien afilado……

6 Comments

  1. Tremendo, Lola.
    Un relato al más puro estilo Poe. Me ha encantado.
    Le has puesto la intriga suficiente y necesaria para llegar al final con la misma curiosidad que los dos hermanos; aunque no sería yo el que abriera la caja. 😉 Soy menos… Atrevido.
    Ese final, leído antes de dormir, puede provocar alguna pesadilla. Enhorabuena.
    Abrazo grande.

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