Historia de un detective.

Nunca fui buen estudiante, ni capaz de ejercer ningún oficio. Procrastinar era lo mío, perder el tiempo observando nimiedades, atolondrado mirando por la ventana durante horas y horas. Así fue como descubrí que la vecina robaba botellas de leche por todo el vecindario y cargaba la culpa a los repartidores. ¿Para qué demonios quería tantas botellas de leche? ¿Acaso era ese su único alimento? ¿Se bañaba en leche? El intento de averiguar cómo se bañaba la vecina fue infructuoso, se saldó con un par de caídas desde el árbol frente a su casa y un buen tirón de orejas cuando mi padre me pilló observando con sus prismáticos.

Pero descubrí mi auténtica vocación, ser detective privado como Sam Spade, un tipo inteligente y seductor que volvía locas a las mujeres sin ni siquiera pestañear. Me compré una gabardina aunque me quedaba grande y mi madre no cesaba de repetir que el hábito no hace al monje. Invertí mis ahorros en una cámara fotográfica y puse anuncios en todas las redes sociales.

Los comienzos fueron duros, no paraba de buscar a perros y gatos perdidos que al final regresaban a casa por su propia cuenta. Pero al cabo del tiempo, encontré el filón entre los maridos y esposas celosos. Al principio los resultados eran nefastos, hasta que me di cuenta de que la gabardina sólo conseguía que notaran inmediatamente mi presencia. Pensé que tenía que cambiar de estilo y eso me llenó de incertidumbre, ojalá hubiera tenido a Humphrey Bogart dándome consejos, pero no sobre como seducir, aunque también los necesitaba, sino como ser un perfecto detective.

Intenté varios cambios de look pero el estilo desaliñado era tan realista que asustaba a la gente y dificultaba mi entrada a los hoteles o bares donde tenía que investigar. Hasta que descubrí el estilo estudiantil, con sudadera y zapatillas de marca, mochila al hombro y algún libro debajo del brazo. Me quedaba tan perfecto que algunos me saludaban por la calle pensando que yo era compañero de clase.

Fue entonces cuando empecé a cosechar algunos éxitos, que se tradujeron en pocas ganancias, las personas engañadas no disponían de dinero ya que la pareja lo gastaba en la otra relación. Sólo conseguía alguna que otra paliza por parte del amante o marido que se veía abocado al divorcio.

Ya lo estaba dando todo por perdido y pensando en hacerme comercial de telefonía móvil o de seguros, cuando algo inesperado sucedió en mi vida.  Solicitó mis servicios una mujer impresionante, con unas curvas que quitaban la respiración. Quería que investigara a una persona. Con lo perspicaz que soy deduje que no era su marido, si estuviera casada, con ese físico puede que fuera el marido el que solicitara mis servicios. Me dio los datos y me pidió que le siguiera a todas partes y cualquier movimiento fuera de lo común o cita con alguien extraño, le avisara inmediatamente a su móvil.

El hombre al que tenía que investigar sí que estaba casado y llevaba una vida de lo más rutinaria, su casa, sus hijos las visitas a su amante,  que era quien me había contratado. El tipo era tan corriente y poco atractivo, que era imposible que su guapísima amante tuviera celos o sospechara que él a su vez la engañaba con otra. Todo en él era previsible, desde las horas dedicadas en la oficina de urbanismo del ayuntamiento, donde trabajaba, el tiempo que se demoraba en el desayuno e incluso la duración de las citas con su amante.

Durante algunas semanas estuve aburridísimo, pensando que quizás debía decirle a la chica que no malgastara su dinero, hasta que un día, el hombre hizo algo fuera de lo común. Salió de su casa, vestido con ropa deportiva y una bolsa y se dirigió en su automóvil hacia el pabellón de deportes. Tenía toda la pinta de ir a jugar al pádel o algo así, aunque el perímetro de su barriga indicaba claramente que no lo hacía a menudo. Lo seguí y dejé el coche en el parking, a pocos metros del suyo. Me bajé del coche a fumar un cigarro, pensando en qué iba a invertir el tiempo mientras el tipo practicaba deporte hasta el borde del infarto cuando para mi asombro, lo vi salir del edificio antes de terminar de fumar. Lo curioso es que la bolsa de deporte que llevaba era diferente, verde oscura en vez de la azul con la que había entrado y la cargaba como si pesara mucho más. Me dieron ganas de decirle que se había equivocado cuando de pronto una descarga eléctrica me sacudió el cerebro. Fue como si todas las novelas y películas de detectives que había visto se agolparan en mi mente para darme una visión única y clarísima de lo que estaba sucediendo.

Sin pensarlo dos veces, me abalancé sobre él y le di un empujón y un puñetazo. Cayó al suelo atontado y aproveché para coger la bolsa, meterme en mi coche y salir corriendo de allí. Cuando por fin pude parar y abrir la bolsa comprobé que estaba llena de paquetitos de billetes. Ni se me ocurrió llamar a la chica o avisar a mi casa de que no volvería. Para algo me habían servido todas las páginas de viajes que consultaba a menudo. Puse rumbo a la frontera para poder seguir dedicándome a procrastinar, que era lo mío.

47 Comments

  1. Hola, Lola. Creo que es la primera vez que leo algo tuyo y me ha gustado tu estilo. Nuestro protagonista, como detective dejaba mucho que desear, pero al final consiguió dedicarse a su verdadera pasión: procrastinar. Nos quedamos con la duda de cuáles eran las verdaderas razones para que la amante contratara los servicios del detective. ¿Una agente de Hacienda a la caza de delitos en el ayuntamiento? ¿Estaría implicado el funcionario en temas de drogas? Realmente da igual pues no es más que la razón de poner a nuestro detective en movimiento.
    Un buen trabajo, sin duda. Felicidades.

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  2. Si es que procrastinar tiene muy mala prensa, y el dulce “far niente” que dicen los italianos, Vamos, que estoy totalmente del lado del muchacho de tu relato, la ociosidad tiene su público. 😊
    Hola, Lola. Creo que es la primera vez que te leo, y me ha parecido que el relato está impregnado de una sutil ironía en todo su recorrido, y al final, más que oficio, hizo beneficio.
    Muy bueno.

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  3. Hola, Lola. También yo te leo por primera vez y me ha encantado tu relato. Una historia muy amena, con mucho ritmo y esa sorpresa final que saca una sonrisa. También me ha gustado mucho la referencia a Sam Spade como modelo a seguir por tu protagonista. Felicidades y mucha suerte.

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  4. Hola, Lola. Un gusto leerte, y un gusto que el tipo haya aceptado su vocación de flojo empedernido. La suerte le brilló al darle el recurso para seguir en su estado. Quizá su conocimiento detectivesco acumulado le ayude para huir de la ley.

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  5. Hola, Lola. Por fin este detective podrá realizar su sueño que es, precisamente, soñar y procrastinar. Cuando estaba pensando el hacerse vendedor de telefonía o seguros, muy típico, a la desesperada, he visto que no tendría futuro, pero ha sabido enmendarlo porque las oportunidades se presentan una vez en la vida, dicen. Un relato que cumple muy bien con la propuesta de la vida de un detective. Me ha gustado. Suerte en el Tintero. Un abrazo.

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  6. Hola, Lola. Creo que es la primera vez que te leo y me ha encantado tu relato. Muy divertida la forma de contarla. Y ya sabes lo que dicen: «Quien roba a un ladrón…»
    Menudo golpe de suerte que tuvo el procrastinador…
    ¡Suerte con el concurso!
    Un saludo.

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  7. Hola, Lola. Menudo pillastre tu detective, la verdad es que lo tenía muy claro y supo aprovechar la ocasión, pero no contó que el dinero del que el gordito era correo pertenecía a una mafia internacional de blanqueo. El sujeto no engañaba a su mujer solo se sacaba un sobresueldo en negro haciendo esos cambios de bolsa de deportes. Así que el listillo va a ser una diana movil en su viaje sin esperarlo siquiera.
    Igual en una segunda parte tiene suerte porque la sicaria que va tras él, también novata, cuando lo localiza le da una oportunidad y consiguen convencer a los jefes que podrían saldar la deuda haciendo sus trabajos juntos como una joven pareja de luna de miel. Saludos y suerte.

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  8. Hola, Lola. Tu relato me dejó varias dudas. ¿De dónde sacó el tipo ese dinero? ¿En qué estaba metido?, algo ilegal seguro, ¿Y su amante realmente dudaba de una infidelidad o sabía algo más?
    Por lo menos ahora el detective podrá cumplir su sueño de procrastinar, ja, ja.
    Buen relato.
    Suerte en el concurso.
    Un abrazo.

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  9. Hola Lola, es la primera vez que paso por tu blog, has creado un relato muy ameno y con un sutil sentido del humor, en el que desgranas los comienzos, y por lo visto el final, de la carrera de este detective adolescente, que gracias a su perspicacia, un golpe de suerte y falta de escrúpulos, ha podido dedicarse a lo que por lo visto es su gran pasión, no hacer nada. Te deseo mucha suerte en el Tintero. Saludos.

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